Según Jorge Luis Borges "de casi infinitos instrumentos
que son obras del hombre, el más singular es el libro"...¿Cómo el creador
de estos instrumentos no iba a clasificarlos y almacenarlos al amparo de
bibliotecas modestas o suntuosas y protegidas de la codicia de sus semejantes?
También necesitó identificarlos, recordando su pertenencia a través de marcas,
más aún, luego de la aparición de la imprenta donde los ejemplares que se
editaban eran idénticos unos de otros.
De estos signos de propiedad, el más antiguo es el que se
guarda en el Museo Británico, una tablilla de loza azulada que se insertaba en
las caras de los tomos y papiros, pertenecientes al monarca egipcio Amenofis y
a la reina Tiy, que gobernaron hacia el año 1.400 antes de nuestra era, sentando
las bases del ex libris que se convertiría con el paso del tiempo, además, en
un símbolo de la belleza y talento de distintas culturas que volcaron en estas
pequeñas viñetas grandes esfuerzos artesanales y creativos.
La cuna del ex libris es sin lugar a dudas Alemania.
Coincidiendo con la aparición de grandes impresores, artistas como Durero,
Cranach y Holbein, se ocuparían de realizar pequeñas obras de arte para
aristócratas y bibliófilos de la época, como lo hará también Goya en España.
Las primeras marcas eran emblemas y blasones heráldicos con
ornamentaciones (que podían entender incluso las personas analfabetas) y en
algunos casos se las hacía portadoras de divisas y sentencias en latín o en
lenguas vernáculas.
Evolucionando más tarde en una manera más artística y
representando la condición social o profesional, aspiraciones, gustos, o el
pensamiento filosófico del poseedor de la biblioteca, también se podía poner
como distintivo el contenido temático de la misma.
En otros ex libris, aparece un simple monograma o
directamente el nombre del propietario adornado con guardas, cintas, arreglos
florales, etc., que son a la vez testimonio de la época en la que fueron
realizados.
Los estilos a los que los artistas recurrieron son paralelos
a la historia del libro. La imaginación de los autores fue tan fecunda que hoy
los coleccionistas de ex libris los clasifican por su calidad artística, por
época, por lugares o zonas determinadas, por escuela, por autor, o por métodos
de impresión; sin dejar de tener en cuenta la figuración o la temática, lo que
hace que la producción sea tan basta que resulte imposible agrupar o enumerar
la totalidad de estas marcas.
Casi todas las tendencias y escuelas del Arte han dejado sus
huellas a través de los ex libris, y a medida que se popularizaron las
bibliotecas, entra en juego la elección de los motivos más variados, lo que
permite la introducción de estilos, desde los religiosos del Gótico y
Renacentista, hasta los impuestos por Reyes y Nobles de Francia, Inglaterra y
otros países europeos, para llegar a fines del siglo XIX, donde, además, se
empieza a coleccionarlos.
El momento más importante en cuanto a encargos y producción
de ex libris se ubica a principios del siglo XX, donde se suma a los estilos
vigentes un sin número de neos y motivos eclécticos que encontraron siempre
bibliófilos dispuestos a mezclar en sus marcas de biblioteca, dioses griegos
con guardas egipcias y caracteres góticos, vinculados más al capricho que al
buen gusto.
La forma exterior de los ex libris varía desde los polígonos
regulares, hasta los perímetros más caprichosos, sin embargo lo más usual es
que se hallen grabados en pequeños pliegos rectangulares o cuadrados.
Con respecto al tamaño, es otro factor interesante ya que
por alcanzar originalidad algunos recurren a un tamaño poco legible, o por el
contrario, a la exageración del formato, tornando imposible su adhesión a un
libro pequeño.
La psicología del propietario de una biblioteca podría ser
estudiada a partir de su ex libris, que como señaláramos al principio, nos
habla de sus gustos, aspiraciones, pensamientos, etc.; pero es bueno tener en
cuenta que, en ocasiones, sería oportuno recordar aquello de: "dime de qué
presumes y te diré de qué careces".